CAPÍTULO 6
Jia Baoyu es presentado al Príncipe de Pekín durante una parada del camino
Por la noche, Xifeng fue interrumpida por el sonido del llamador de metal que colgaba en la puerta interior. Cuatro golpes. ¡El signo de la muerte! Se levantó asustada para oir a una sirvienta anunciar:
–La Sra. Rong de la Mansión Ningguo ha muerto.
El respeto de la familia por la tradición era, sin embargo, una fuente de gran intranquilidad para el primo Zhen cuando pensaba en la posición de Jia Rong: porque Jia Rong solo era Estudiante Universitario Imperial, un título absurdamente insignificante para escribir en un cartel funerario. Por un golpe de suerte, el cuarto día del primer período de siete días, el día en el que estaba previsto que empezaran las condolencias oficiales, trajo la visita de Dai Quang, el chambelán eunuco del palacio Da-Ming. El primo Zhen enseguida se hizo la idea de aprovecharse de la visita. Entrando en conversación con el invitado, rápidamente encontró la ocasión de mencionar el hecho de que pensaba comprar una posición para su hijo Jia Rong.
–Bueno, por una feliz coincidencia, –dijo Dai Quang– hay un puesto bastante bueno disponible en este mismo momento. El Cuerpo de Oficiales de la Guardia Imperial, que tiene trescientos hombres, tiene dos vacantes. Si su joven amigo está interesado, ¿por qué no anoto sus datos y veré lo que puedo hacer?
Al día siguiente de la visita de Dai Quang, el primo Zhen hizo que Jia Rong se cambiara los ropajes de luto por un traje de corte para ir a recoger su nombramiento. Los enseres e insignias del santuario fueron reorganizados de tal forma que se ajustaran a una persona del quinto rango. Las palabras de la tablilla espiritual, que estaba de pie sobre la mesa de ofrendas al pie del ataúd, decían ahora: ...
Hoy, los visitantes de fuera de la familia fueron más bien pocos. La Sra. Xing, Wang Xifeng, y varios miembros femeninos del clan recibieron compañía. El primo Zhen dijo:
–He venido a pediros a las tres damas un favor.
–¿Qué es lo que quieres? –le pregunto la Sra. Xing.
–Me gustaría pedirle a la prima Feng si quizás podría llevar las cosas de aquí por nosotros durante el próximo mes. Para mí sería un gran alivio si pudiera.
Entonces el primo Zhen ordenó que alguien cogiera las cuentas de toda la Mansión Ningguo y le dio instrucciones a Baoyu para que se las diera a Xifeng.
En esta ocasión en particular, temiendo que, con tan gran afluencia de visitantes Qin Zhong pudiera encontrarse sobrepasado de alguna forma, Baoyu se lo llevó a la oficina de Xifeng para una charla tranquila. Un sirviente anunció la llegada de Ojo Morado, uno de los chicos que había acompañado a Jia Lian a Yangchow. Xifeng le dijo de buena gana que pasara.
–¿Por qué has vuelto? –preguntó Xifeng.
–El amo me mandó, Señora. El Sr. Lin murió el día tres a las diez de la mañana y el amo y La Srta. Lin lo llevan a enterrar a Soochow.
El día del funeral se aproximaba y el primo Zhen condujo hasta el Templo del Umbral de Hierro para inspeccionar el terreno y ayudar personalmente en la seleccón de un lugar de descanso adecuado para el ataúd de Qinshi. Los invitados formaron una comitiva funeraria que se extendía más de una milla. No había avanzado mucho el cortejo cuando comenzó a pasar por los emparrados funerarios decorados que se extendían a lo largo de la calle hechos por amigos y personas que deseaban el bien a la familia. El cuarto era el del príncipe de Pekín. El título y el estilo del Príncipe habían sido mantenidos por sus descendientes. El que ostentaba el título actualmente, Shui Rong, dejó de lado todas las consideraciones de rango para manifestar su apoyo a los afligidos. Dos días antes había hecho una visita de pésame y había preguntado sobre los arreglos funerarios y, entonces, hoy, con intención de presentar sus respetos al ataúd cuando pasaba, el primo Zhen dio inmediatamente órdenes al portador de la insignia de que se parara y se apresuró hacia delante con sus tíos Jia She y Jia Zheng. El Príncipe recibió sus agradecimientos con la más adecuada modestia y por medio de la conversación preguntó a Jia Zheng sobre Baoyu. Jia Zheng se retiró inmediatamente para ir a buscar a Baoyu. Primero hizo que se vistiera con ropa de corte antes de llevarlo a la presencia del Príncipe.