CAPÍTULO III
No pasó mucho tiempo antes de que se extendieran las noticias de que la esposa del fallecido Primer Ministro y su hija se alojaban en el templo. Tales noticias atrajeron a los buenos y a los malos y, entre los últimos, había un grupo de bandidos conducidos por un hombre llamado Sun Feihu, apodado el Tigre Volador, con una tropa de cinco mil hombres que cometían pillaje y saqueaban donde les parecía. Esto sabiendo de la belleza de la joven señorita Cui, tuvo la intención de capturarla y hacerla su esposa. Con esto en mente, él y sus hombres rodearon el templo.
Los monjes se encontraban en un estado de extremada agitación, al no haberse encontrado en tales circunstancias anteriormente. Sun Feihu hizo que sus soldados anunciaran a gritos en el templo que si Yingying no le fuera entregada en tres días, prenderían fuego al templo y matarían a todos los que se encontraran dentro.
Descompuesto, el abad informó a Madame Cui de la exigencia y ambos corrieron a la habitación de Yingying para hablar de su próximo movimiento. Pensando todavía en su encuentro de ese día con Zhang Sheng, Yingying se encontraba distraída y llevaba todo el día casi sin comer ni beber. No podía pensar en otra cosa que no fuera la agradable voz y la encantadora sonrisa del apuesto joven estudiante. Mientras se encontraba repitiendo en silencio el poema de Zhang Sheng en su cabeza, Hongniang la interrumpió para informarle de que su madre y el abad habían venido a verla.